domingo, 31 de mayo de 2009

Bodegas Torres

Cuando hablamos de Megabodegas resulta complicado empezar, se trata de uno de los monstruos tanto a nivel estatal como a nivel mundial. Si recordais el post anterior de la bodega Emilio Moro podreis observar las diferencias principales entre dos bodegas con proyección internacional, pero una más artesanal y tradicional y la otra más industrializada.

Como introducción decir que el grupo Torres posee bodegas en Ribera del Duero (con su Celeste ya comentado por Dani anteriormente), en Chile con vinos como Tormenta (también publicado en este blog en la cata de vinos del Secreto) y Santa Digna (como no, con cata en Catalia en su versión de rosado), en California, y así suma y sigue pasando por cavas, penedés que es uno de sus puntales... etc etc. Sin olvidarnos desde luego de sus afamados brandies que es quizás una de las señas de identidad de la casa. Solo para enumerar todos sus vinos necesitaríamos otro post.

He de decir que la visita a la bodega para mi fue un autentico fiasco, aunque en parte ya me lo imaginaba cuando entré en el hall y vi el sarao que estaba allí montado. La visita fue conducida por una chica muy amable de la cual no recuerdo el nombre, aunque la espinita que te queda clavada es que entre tanta gente (casi todos extranjeros) era imposible pararse a comentar cosas de la bodega lo cual me resultó bastante frustrante.

La bodega torres (por lo menos el centro de visitas) está situado a escasos kilómetros de Villafranca del Penedés, la visita se puede concertar cubriendo un formulario por internet donde te asignan un turno de visitas para la fecha seleccionada. ¿Os imaginais una bodega donde en un turno puede haber 60 personas? y en el turno siguiente otro tanto y así suma y sigue. Cierto es que el precio es de 6 Euros, lo cual lo hace muy asequible para cualquier bolsillo.

La primera estancia que visitas es un anfiteatro donde se realiza una proyección, en la que en 5 idiomas te muestran la historia de la familia Torres y de sus distintos vinos y bodegas dispersas por todo el mundo. Quizá se centraban más en alardear a la familia Torres y sus logros que en el propio vino, lo cual a mi personalmente me parece un relleno innecesario y no me gusta nada el autobombo.

La siguente estancia empezaba en un andén donde esperabas un trenecillo y te proyectaban la transformación de los viñedos durante las distintas estaciones del año al tiempo que te impregnaban con aromas idenficativos de cada estación. Luego aparecía el trenecillo que hace un recorrido entre las viñas con sistema de audio-guía en varios idiomas (lógicamente viendo todo desde lejos y sin poder ni siquiera acariciar una triste barrica).

La verdad es que resultaba un poco tostón para aquellos que como nosotros somos amigos del vino y nos gusta hablar de su elaboración con los bodegueros ir como borregos en un tren chu-chú paseando por la bodega mientras se proyecta hologramas en las paredes y sacando fotos como si de japoneses se tratara.

Al final terminamos en una sala preparada para degustar un Viña Esmeralda, muy rico por cierto, y pasar de ahí a una tienda donde se podían adquirir todos sus productos así como merchandising variado.

En resumen, y despues de haber visitado bodegas a lo bestia y bodegas artesanales, me sigo quedando con las segundas puesto que (por lo menos yo) valoro más el trato personal y me gusta ver el énfasis de los bodegueros cuando hablan de sus vinos como si de un hijo se tratara.

Me gustaría que la gente opinara al respecto, es decir si habéis visitado bodegas con que os quedaríais con el espectáculo o con lo didáctico.

PUBLICADO POR TONI.

1 comentario:

Vicky dijo...

Sin dudarlo ni un momento me quedo con las pequeñas bodegas, en las que el mismo dueño te lleva a visitar el interior, te explica, notas como lo siente y como trabaja día a día para que sus vinos salgan adelante.